miércoles, 26 de agosto de 2009

Masacre de Trelew

Que a treinta y siete años del asesinato a sangre fría de 16 militantes todavía resuene el nombre de una ciudad como símbolo de injusticia y prólogo escalofriante de lo que sería el escenario cotidiano con la llegada de Videla al poder, es cosa tanto del terror de una matanza indiscriminada como del compromiso reivindicativo que se ha llevado a lo largo de estos años. Trelew. Pocas ciudades tienen el lamentable destino de ser rememoradas por las tragedias que contuvieron. Pocas ciudades nos hablan de tanta muerte y opresión.

Corrían los años de Lanusse y la Argentina parecía estar abigarrada de sobresaltos. La resistencia contra la dictadura se mantenía en creces día a día, las grandes explosiones populares del 69 -como el Rosariazo y el Cordobazo - aún predicaban ánimo de organización y lucha, la década del setenta se inauguraba con la aparición, entre tantas otras organizaciones, de Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). El gobierno militar de facto de tanto tambalear parecía pronto a resquebrajarse- de hecho, le quedaría sólo un año, con la llegada de Cámpora al poder en 1973. Uno de los subterfugios que iba a encontrar la dictadura militar (entre las conocidas torturas, desapariciones, asesinatos y vejaciones de todo tipo y talle) ante tanta movilización desenfrenada iba a ser el penal de Rawson, al sur de nuestro país, en la provincia de Chubut. Allí serían hacinados los militantes que la dictadura consideraría de mayor peligro para el sistema imperante, lo que equivalía a decir los personajes que con más efervescencia procuraban destruir las cadenas que procuraba imponer por todos los medios la dictadura asesina con sus acólitos de costumbre, el gran empresariado industrial y terrateniente.

En esta cárcel iba a llevarse a cabo la operación de la que podría haber sido la mayor fuga de la historia argentina, con la participación de numerosas organizaciones, entre las que destacaban Montoneros, ERP y FAR. La particularidad sobresaliente que signaba la operación era este hecho mismo: como pocas veces la solidaridad entre las organizaciones se llevaba a la práctica en la operación de una fuga sorprendente, nada menos que 110 personas de diversas organizaciones y tendencias políticas.

El final infructuoso de la fuga es conocido: por algunas fallas en las maniobras lograron escapar hacia el aeropuerto y luego hacia Chile sólo seis de los presos políticos: Mario Roberto Santucho (PRT-ERP); Marcos Osatinsky (FAR); Fernando Vaca Narvaja (Montoneros); Roberto Quieto (FAR); Enrique Gorriarán Merlo (PRT-ERP) y Domingo Menna (PRT-ERP). Otros 19 compañeros llegaron al aeropuerto de Trelew pero el avión ya había despegado; luego de una conferencia brindada en el mismo aeropuerto se entregaron a las fuerzas represivas con la promesa de que iba a respetarse su integridad física.

El intento de fuga del 15 de agosto y la llegada a la Chile de Allende de seis de los máximos exponentes de la resistencia argentina contra la dictadura se convirtió en un golpe visceral al gobierno de Lanusse, estocada que el gobierno represivo no iba a pasarse por alto. Como represalia particular contra el intento de fuga y como aviso amenazante a archivar a todo un país que se levantaba, se tomó la decisión de ametrallar a quemarropa a los diecinueve militantes que habíanse entregado en el aeropuerto. Dos de los responsables: capitán de corbeta Luis Emilio Sosa y teniente Roberto Bravo. De los diecinueve compañeros trece murieron al acto y otros tres sobrevivieron el tiempo que puede resistir sin ser atendida una persona desangrándose y con una docena de balas acribillándole el cuerpo. Sólo tres sobrevivieron a la masacre: Alberto Miguel Camps (FAR); María Antonia Berger (Montoneros) y Ricardo René Haidar (Montoneros). Nombres que ahora completan nuestra lista de desaparecidos.

A partir de ese momento Trelew iba a estar unida inexorablemente a un sustantivo criminal, denunciante: masacre. Y esta palabrita ganaría el escalafón de las mayúsculas, ese escalón que ocupan palabras tales como Estado, Iglesia o Constitución, porque en muchos textos este hecho aberrante aparecerá como Masacre de Trelew, nombre que se enardece de memoria junto a otras 16 mayúsculas, las de los 16 nombres asesinados- pero no olvidados.

Fue el 22 de agosto de 1972. El mismo año, en septiembre, un atentado en los juegos olímpicos celebrados en Munich terminaba con la vida de once atletas israelíes. Julio Cortázar escribía al respecto en su prólogo al Libro de Manuel: “Empiezan a llegar los diarios con enormes titulares, oigo discursos donde los amos de la tierra se permiten sus lágrimas de cocodrilo más eficaces al deplorar <la violación de la paz olímpica en estos días en que los pueblos olvidan sus querellas y sus diferencias>. ¿Olvidan? ¿Quién olvida? Una vez mas entra en juego el masaje a escala mundial de los mass media. No se oye, no se lee más que Munich, Munich. No hay lugar en sus canales, en sus columnas, en sus mensajes, para decir, entre tantas otras cosas, Trelew.”

Trelew. Para nosotros es tan inevitable como irrenunciable. No nos vamos a olvidar de Trelew. No podemos olvidarnos de Trelew. No debemos olvidarnos de Trelew. Y una vez más vamos a decirlo. A pesar de que sea el recurso panfletario más al uso. A pesar de que sea una de las frases más vergonzosamente manoseadas y menoscabadas. Porque vamos a recordarlos por muchas razones, pero por sobre todas hay una con especial afección y compromiso: la sangre derramada no será negociada. Nunca.

Los fusilados de Trelew, presentes más que siempre, son:
Jorge Alejandro Ulla (PRT-ERP)
Alfredo Elías Kohon (FAR)
Ana María Villarreal de Santucho (PRT-ERP)
Alberto Carlos del Rey (PRT-ERP)
Carlos Alberto Astudillo (FAR)
Clarisa Rosa Lea Place (PRT-ERP)
Eduardo Adolfo Capello (PRT-ERP)
Humberto Segundo Suárez (PRT-ERP)
Humberto Adrián Toschi (PRT-ERP)
José Ricardo Mena (PRT-ERP)
María Angélica Sabelli (FAR)
Mariano Pujadas (Montoneros)
Mario Emilio Delfino (PRT-ERP)
Miguel Ángel Polti (PRT-ERP)
Rubén Pedro Bonet (PRT-ERP)
Susana Graciela Lesgart de Yofre (Montoneros)

Y una vez más, como tantas otras veces: ¡Gloria a los héroes de Trelew!


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